18 de junio de 2011

El poder de la impermanencia


“Si uno percibe el mundo como una burbuja de espuma y como un espejismo, a ese no le ve el Dios de la muerte” Buda

Existen situaciones en la vida que marcan poderosamente nuestra mente, nuestro cuerpo. Son raíces  que se quedan en nuestra mente  y que son las causantes de muchas de nuestras tristezas y desatinos. El profundizar en dichas raíces no garantiza la felicidad absoluta, más nos regalan la oportunidad de desarrollar nuestra sabiduría interna al reconocer los factores que nos limitan.

El ir descubriendo cuán profundos y estables son nuestros arraigos, reconociendo que lo único verdadero es la impermanencia, otorga calma mental sobre todo en esos momentos en los que se cae en la trampa de creer que nos perdemos en nuestro laberinto de emociones. Ellas se manifiestan para reconocer nuestra vulnerabilidad y humildad, son lo motores que impiden el mantenerse en estado vegetativo, otorgando la maravillosa energía de vida.

En la cotidianeidad se presentan los portales para transcender nuestras debilidades con las llaves de nuestra consciencia y puede que se llore en un instante, más eso no marca nuestra verdadera naturaleza esencial. Se pueden vivir las emociones intensamente pero al mismo tiempo se puede tener consciencia de nuestro “estado esencial” que es de absoluta calma y felicidad.

Cuando tienes consciencia de que tu estado esencial es la paz y la armonía pase lo que pase, no te sientes herido ni consideras las cosas demasiado graves. No importa el problema que se presente, el contemplar que nada permanece estático nos  a ayuda a ir a ese espacio de serenidad. El problema en sí puede que no cambie, pero entender la impermanencia va a suavizar nuestra reacción hacia cualquier situación.

El ser bondadosos con nosotros mismos es uno de nuestros mayores retos, sobre todo cuando observamos la serie de telarañas interiores en las cuales enredamos a nuestra mente, con pensamientos de miedo y de angustia. Es muy cierto que la duda siempre se hace presente; sin embargo es en esos momentos de oscuridad en la que emerge la luz de la fe, con la certeza de que a pesar de la incertidumbre todo obedece a causas mayores.

La vida es un proceso constante de madurez y de reconocimiento interno, es imposible tener certeza de todo. El vivir en la tierra con una raíces que nos permitan vivir esta existencia y con las alas desplegadas en nuestro corazón y mente para tener la visión de la eternidad, con sus ciclos y misterios.

El abrirse al verdadero disfrute de la vida, que no es más de ir avanzando en valentía. Asumiendo nuestro poder personal y contemplando con entusiasmo nuestro presente como un regalo que tan amorosamente preparamos a otros niveles de consciencia, nos aporta la seguridad de la transcendencia existencial.

Con amor…Luz

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante perspectiva ¿Como lograrlo? Sería mejor con ejemplos vivos y reales.

Luz Rodríguez dijo...

Gracia por el comentario, se logra con la reflexión, la interiorización, el desear y accionar en consciencia.

Con amor...Luz