17 de abril de 2011

Noche oscura del alma



Existen momentos en donde la tristeza parece inundarlo todo, de pronto nos sentimos suspendidos en la noche oscura del alma, cuando aún orando pareciera que no se calma el dolor. Es justos en esos momentos en lo que pareciera que ya no se cree en nada es cuando surge la inquietud por el significado de la existencia y es justo en esos momentos en donde, la humildad del ser hace acto de presencia.

Se da muerte a un Dios externo para que surja la sombra de la personalidad, eclipsando a la mascaras que nos colocamos en nuestros distintos roles, para dar entrada a un Dios mucho más poderoso e infalible uno que se encuentra dentro de cada ser vivo. Lo importante es mantenerse con fe y paciencia en medio del caos, porque justo cuando se percibe la falta de esquemas y de patrones inservibles emerge la serenidad del Ser.

Cuando se le presta atención a ese dolor interno sin ignorarlo ni luchar contra el, en un acto amoroso de aceptación de nosotros mismos, en autentica contemplación. Es justo en esos momentos donde Dios da mayor muestra de su presencia, porque la verdadera fe surge de creer en aquello que no tenemos certeza, de una fuerza interior poderosa que nos otorga certeza y esperanza, confiar en el poder transformador de nuestros momentos de oscuridad nos regala la oportunidad de percibirnos como humano para luego experimentar con mas pasión la divinidad en los momentos en los que los rayos del sol empiezan a regalarnos su maravillosa luz en medio de la que parecía una noche eterna.

La vida nos regala la oportunidad de gozar del día y la noche, para que en la noche miremos con nuestros ojos del alma y en el día con los ojos físicos. Por ello las pruebas no son más que nuevas oportunidades de cerrar los ojos, interiorizar y encender la llama de nuestro corazón para que guíe nuestros pasos.

La idea es ir a nuestro centro del alma y es el camino más seguro a Dios y ten la seguridad que no es un largo viaje, lo que sucede es que pierdo la vista entre tantas hermosas laderas que engañan nuestra visión con sus aparentes cuestas. El entrar en las profundidades de Dios, requiere de un compromiso continuo de despertar el amor dentro de nosotros mismos.

Y la meta de tu divinización no es más que actuar en la voluntad de Dios con la seguridad de que con cada obstáculo estamos más cercanos a él. Les comparto un hermoso poema de Juan de la Cruz de la noche oscura del alma:


“Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de
la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la
negación espiritual.


En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

 Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado”.

Con amor…Luz

No hay comentarios: